Montaña Ávila Solís

Fotografía propiedad
de la autora







Vi dos aves surcando el cielo,


       lo hacían tan cerca,
       que parecían tocarse,
       como diciéndose, te quiero.
       El día anochecía,
       con esas cigüeñas majestuosas,
       alguien ama, alguien está contento.
       Ojalá pudiera yo reencarnarme
       en cigüeña, y ser feliz
       por un momento.



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Amaneció y vi que todavía

       el mundo no se había derrumbado,
       escuché, y todo seguía igual,
       problemas, problemas,
       sin ninguna solución.
       Entonces me volví a acostar,
       no quería que el fin del mundo
       me pillara despierta.
       No me gustan las despedidas.